Da la sensación de que en Viena, a la hora de montar un negocio piensan en el perro. Me explico. Llama la atención que no existe ningún local que no tenga un "gancho" o una "alcayata" en la puerta, para sujetar al perro cuando entras. Ese cartel tan utilizado en nuestro país de "prohibido perros" lo sustituyen así de forma elegante. Y la verdad es que se agradece.
Y lo que de verdad es asombroso es la cantidad de cafeterías y restaurantes donde puedes sentarte, en el interior del local, con tu perro, sea de las dimensiones que sea. No pude fotografiarlo pero me hubiera gustado, pero me encantó el hecho de ver a un señor mayor tomando un café, leyendo un periódico con una mano y acariciando a un labrador con la otra, dentro de una cafetería llena de gente.
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