Otro punto interesante es la permisividad a la hora de subir a los medios de transporte vieneses. Tanto tranvías como metro y autobuses permiten el paso con ellos, dando por hecho, como es evidente, su buen comportamiento.
Pagan como uno más y no hay limitación de tamaño ni de horario. (En la foto, la tarifa con los precios de los billetes y, abajo la mención a los perros)
Lo más llamativo y que quiero destacar es la naturalidad de todo ello. No se ven caras de extrañeza entre la gente. Y para que eso ocurra aquí, me da la impresión de que van a tener que pasar muuuchos años.
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